Consolados para consolar
2 Corintios 1:3-4 📖
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios».
El apóstol Pablo escribe a la Iglesia de Corinto y al mismo tiempo nos dice que Dios es sensible a nuestros padecimientos y habrá de consolarnos en todas nuestras tribulaciones y con ello nos dará las condiciones de poder consolar a aquellos que están pasando por momentos difíciles. Es decir, a través del consuelo que recibimos de Dios en tiempos de aflicción, podemos brindar consuelo y apoyo a quienes lo necesitan.
Si bien, en el transcurso de esta vida estaremos pasando por diversos momentos de dificultad que pueden hacer que nos sintamos solos, tristes o incluso desesperados, este pasaje nos recuerda que no estamos solos. Nos ayuda a recuperar la esperanza al saber que Dios está a nuestro lado, ofreciéndonos Su amor y consuelo para superar nuestras tribulaciones, por más difíciles que pudieran ser. Además, este versículo nos llama y exhorta a ser empáticos con los demás, brindar apoyo y consuelo cuando aquellas personas que nos rodean, hermanos, amigos o familiares estén pasando por momentos o situaciones difíciles.
Las tribulaciones forman parte importante en nuestras vidas. Jesús nos advirtió de manera clara que: “En el mundo tendríamos aflicción; pero confiemos, Jesús ha vencido al mundo…” (Jn. 16:33). Por tanto, no deberíamos verlo necesariamente como algo negativo, pues Dios siempre tiene propósitos divinos en todas las pruebas que nos permite enfrentar. Debemos confiar que las dificultades y los retos que enfrentamos nos hacen crecer y madurar en nuestra fe, y con ello poder ayudar a otros.
Cuando estamos pasando por momentos difíciles, debemos buscar la paz y guía de Dios, confiando en que pronto pasará y será una buena oportunidad de analizar el nivel de confianza y dependencia que tenemos en la providencia de Dios. Por tanto, podemos permitir que la tribulación nos derrote o podemos usarla como una oportunidad para aprender, crecer y madurar.
La porción del pasaje que presenta Pablo en su Segunda carta a los Corintios nos conforta y anima al saber que Dios habrá de acompañarnos en nuestras tribulaciones. Nos llama a prepararnos, a fortalecer nuestra fe en Jesús y Sus promesas, a ser empáticos y ayudar a los demás cuando están pasando por momentos difíciles.
Nos recuerda también que Dios tiene absolutamente todo bajo Su control y cuidado, ofreciéndonos seguridad y consuelo en todo momento para estar fortalecidos (1 Co. 10:13).
Confiemos siempre en las promesas de Dios, sabiendo que, “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)
Que en todo momento y ante toda circunstancia, la voz de Jesús haga eco en nuestro corazón: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz…”
Dios nos ayude a tenerlo siempre presente y con ello podamos ayudar a aliviar el sufrimiento de aquellos que lo necesitan.
Amén.