Espera al Señor

“Espera al Señor; Esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor.” Sal. 27:14

Tal vez pienses: ¡Qué gran invitación David! Pero, ¿acaso no sabes por lo que pasé en el 2024? ¿Cuánto más debo esperar al Señor para que sane este cuerpo de cáncer? ¿Para qué esforzarme si mis hijos son rebeldes y mi matrimonio no parece tener solución? ¿Aliento? Apenas puedo sostenerme después de luchar por mantener a mi familia. ¿Por qué insistes en que espere si lo único que quiero es que todo termine?

Para muchos de nosotros, incluso siendo cristianos, nos resulta difícil vivir en la tierra de los vivientes. Todos los días enfrentamos enfermedades, sentencias de muerte, falta de empleo, familias fracturadas, corazones rotos, injusticias y hasta secuestros.

En lo personal, si al final del 2023 alguien me hubiera dicho todo lo que pasaría, estaría inclinado a no creerlo, pero así fue. Quizá es la experiencia de muchos y lo único que desean es que las cosas sean diferentes, una hoja en blanco en la que puedo corregir el camino y tomar las riendas de mi destino. Para otros, la tentación es gritar Maranatha, como una especie de súplica porque todo termine.

Pero basta ya de sentir pena por nosotros mismos. Quiero que vean que en un solo versículo, en cuatro simples imperativos, podemos encontrar la forma de sortear este año y todos los que el Señor nos conceda.

Primero: espera. Aquí la Palabra es clarísima, no esperamos una respuesta, esperamos en una Persona. ¿Por qué deberíamos confiar en esta Persona? Porque se trata de Dios, el único que nunca cambia, que siempre es fiel, que todo lo puede. Si quieres soportar todo lo que traiga el futuro, pasa el tiempo conociendo a Dios, medita en Su Palabra, descansa en Sus promesas. Un buen comienzo es lo que dice el Catecismo Menor de Westminster: “El propósito principal del hombre es conocer a Dios y disfrutar de Él para siempre”.

Segundo: esfuérzate. Es cierto que Dios es soberano y que en esencia, hace lo que le place. Pero, lo más increíble es que nos invita a participar activamente en lo que quiere hacer en el mundo, incluyendo nuestra propia vida. Así que, de nuevo, pasa tiempo entendiendo qué es lo que realmente Dios espera que hagas en Su Palabra. Pedro nos anima: “El que desea la vida, amar y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala” (1 Pe 3:10-11).

Tercero: aliéntese tu corazón. En medio de horas, días y meses complicados, el ánimo es una de las primeras cosas que perdemos, ¿no es cierto? Pero hay una distinción importante, aquí no nos dice que se trata de valorar más nuestros rasgos de carácter, sino que apunta al corazón como el centro de nuestras decisiones. Si lo pensamos anatómicamente, el corazón necesita aliento para funcionar: si lo hace bien, muy pronto el oxígeno llegará a nuestra cabeza, permitiéndonos pensar con claridad, a nuestros órganos, haciéndonos funcionar a máxima capacidad, y a nuestras manos y pies, para movernos en la dirección correcta.

Cuarto: espera. De nuevo, David, inspirado por el Espíritu Santo, nos reafirma lo esencial que es esperar en el Señor. Creo que la razón es porque todo comienza y termina con la confianza que depositamos en el carácter inamovible de Dios. La tentación es que, conforme nos esforzamos y encontramos aliento, la atención se centre en nosotros y no en Dios. Y Él nos ama tanto que nos quiere prevenir de tomar una decisión que nos llevará al pecado del Edén, deseando ser como Dios.

LA BONDAD DE DIOS

Puedes confiar en el Señor, no sé cuándo o si va a librarte de aquello por lo que has orado tanto, pero algo sé: Dios es bueno, para siempre es Su misericordia y Su bondad por todas las generaciones.

Y David, un versículo antes de llegar a esta difícil invitación, nos dice: “Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes” (Sal. 27:13).

Espera al Señor, porque Él te sostendrá. En medio del valle de sombra de muerte, Él estará contigo. En medio del temor, Él dice, Yo Soy. Así que sigue pidiendo, sigue buscando, sigue tocando, porque “El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?” (Ro. 8:32).

Entra al nuevo año con ánimo, toma aliento porque no será fácil, habrá miles de cosas fuera de tu control y tu determinación no será suficiente. Pero escucha la promesa que Jesús le hizo a Pedro, y que te hace a ti: “Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo; pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos”.

Espera al Señor en el 2025, para la gloria de Dios y el bien de los demás.