Integridad en el ministerio
De la serie: 2 Corintios | 📖 (2 Corintios 1:12 - 2:4) | | 🗣Nathan Díaz | Compartelo:
Este es el segundo mensaje de esta carta. Empezamos la semana pasada y vimos que Pablo inicia esta carta con un gran reto para todos nosotros, que es buscar cómo consolar a otros, cómo consolar a otros como respuesta a nuestra propia consolación al ser afligidos. Es decir, cuando tú sufres y cuando tú pasas tribulación, eres consolado por Dios. Dice el versículo 4:
“El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.”
Entonces, la misma consolación que nosotros recibimos como cristianos está diseñada para que nosotros podamos, en esa abundancia que recibimos de la gracia de Dios de consolación, esa abundancia fluya hacia los demás.
Vamos a leer el resto del capítulo 1, desde el versículo 12 hasta el versículo 4 del capítulo 2:
“Porque nuestra satisfacción es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal, sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo y especialmente hacia ustedes. Porque ninguna otra cosa les escribimos sino lo que leen y entienden, y espero que entenderán hasta el fin, como también ustedes nos han entendido en parte, que nosotros somos el motivo de su gloria, así como también ustedes la nuestra en el día de nuestro Señor Jesús.
Y con esta confianza me propuse ir primero a ustedes, para que dos veces recibieran bendición; es decir, quería visitarlos de paso a Macedonia, y de Macedonia ir de nuevo a ustedes y ser encaminado por ustedes en mi viaje a Judea. Por tanto, cuando me propuse esto, ¿acaso obré precipitadamente? ¿O lo que me propongo, me lo propongo conforme a la carne, para que en mí haya al mismo tiempo el ‘sí, sí’ y el ‘no, no’? Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es ‘sí’ y ‘no’. Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue ‘sí’ y ‘no’, sino que ha sido ‘sí’ en Él. Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son ‘sí’; por eso también por medio de Él es nuestro ‘amén’ para la gloria de Dios por medio de nosotros.
Ahora bien, el que nos confirma con ustedes en Cristo y el que nos ungió es Dios, quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía. Pero yo invoco a Dios como testigo sobre mi alma, que por consideración a ustedes no he vuelto a Corinto. No es que queramos tener control de su fe, sino que somos colaboradores con ustedes para su gozo, porque es en la fe que permanecen firmes.
Pero en mí mismo decidí esto: no ir otra vez a ustedes con tristeza. Porque si yo les causo tristeza, ¿quién será el que me alegre sino aquel a quien yo entristecí? Y esto mismo les escribí, para que cuando yo llegue no tenga tristeza de parte de los que debieran alegrarme, confiando en todos ustedes de que mi gozo sea el mismo de todos ustedes. Pues por la mucha aflicción y angustia de corazón, les escribí con muchas lágrimas; no para entristecerlos, sino para que conozcan el amor que tengo especialmente por ustedes.”
Señor, bendice este mensaje, tu palabra; bendice lo que vamos a estudiar ahorita y que sea de ánimo y de bendición para cada uno de nosotros al entender mejor el tipo de integridad que tenía Pablo en su propio ministerio y cómo nosotros también podemos reflejar esa misma integridad aquí. En nombre de Cristo Jesús, amén.
Uno de los retos más grandes de la iglesia, y especialmente dentro del liderazgo de la iglesia, es que siempre hay críticas. Yo me acuerdo que había una fábula que le gustaba a mi papá, que inclusive la imprimió en imágenes una vez. No la encontré, la estaba buscando, pero era como esta fábula de un papá con su hijo tomando un viaje a través de varias aldeas, y van con un burro.
Van caminando con el burro y, cuando pasan por la primera aldea, la gente empieza a criticarlos porque dicen: “¿Cómo van con un burro y todos van caminando y no aprovechan que llevan un burro? ¿Por qué no se suben en el burro?” Ellos escuchan esas críticas y dicen: “Bueno, pues tienes razón.” Entonces, primero es el papá que se sube al burro y el hijo va jalándolo. Llegan a la siguiente aldea y la crítica es: “¿Cómo puede ser que el papá vaya sentado sobre el burro? Si es el papá, él debería estar cuidando de su hijo; él debería caminar y el niño debería ir sobre el burro.” Entonces cambian de papeles y el hijo es el que se sube al burro.
En la siguiente aldea, la crítica es hacia el hijo: “¿Cómo puede ser que tan joven el hijo y el papá viejo? El hijo debería cederle el lugar al papá.” El punto es que llegan a la siguiente aldea, entonces los dos se suben al burro, y en la siguiente aldea les dicen: “¡Pobre burro! ¿Cómo se suben los dos en él? Lo están abusando.” Cuando llegan a la siguiente aldea, el papá y el hijo están cargando al burro, y todo eso nada más para evitar las críticas. El punto de esta historia es muy sencillo: siempre, hagas lo que hagas, la gente va a tener un problema contigo.
Y eso es exactamente lo que está pasando con Pablo aquí. Esta sección de la carta explica, está un poco sutil, un poquito implícito todo el problema que Pablo tiene con ellos, pero déjenme mostrarles cuál es.
Él había escrito Primera de Corintios y en el capítulo 16, ¿se acuerdan? Los versículos 5 en adelante decían:
“Iré a ustedes cuando haya pasado por Macedonia, pues voy a pasar por Macedonia, y tal vez me quede con ustedes o aun pase allí el invierno, para que me encaminen a donde haya de ir. Pues no deseo verlos ahora solo de paso, porque espero permanecer con ustedes por algún tiempo, si el Señor me lo permite. Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés, porque se me ha abierto una puerta grande para el servicio eficaz, aunque también hay muchos adversarios.”
Esa parte está explicando Pablo sus planes en relación a la iglesia de Corinto. Aquí, ustedes pueden leer en el versículo 15, explica cuál es la tensión que él tiene con los corintios:
“Con esta confianza me propuse ir primero a ustedes para que dos veces recibieran bendición.”
Ese era su plan. Creo que esta parte de que recibieran bendición se refiere a una ofrenda que él estaba colectando para los necesitados en Jerusalén. Van a ver por qué; este es el término, es la manera en que se expresa igual cuando habla del dinero en los capítulos 8 y 9, que vamos a ver mucho más adelante.
Entonces, parece ser que iba a pasar dos veces, básicamente para ser de bendición a ellos al darles la oportunidad de ofrendar para los de Jerusalén. Y quería visitarlos, dice el versículo 16, de paso a Macedonia y de Macedonia ir de nuevo a ustedes y ser encaminado por ustedes en mi viaje a Judea.
Pero aquí ustedes pueden ver en el versículo 17, especialmente:
“Por tanto, cuando me propuse esto, ¿acaso obré precipitadamente? ¿O lo que me propongo, me lo propongo conforme a la carne, para que en mí haya al mismo tiempo el ‘sí, sí’ y el ‘no, no’?”
La crítica de los corintios aparentemente tiene que ver con un cambio de planes que se dio en el ministerio de Pablo, donde él envía Primera de Corintios, entrega Primera de Corintios con Timoteo a los corintios, y Timoteo viene y le reporta a Pablo que las cosas no van bien. Entonces hace una visita rápida, es una visita dolorosa, a la que hace referencia en el capítulo 2:
“Pero en mí mismo decidí esto: no ir otra vez a ustedes con tristeza.”
Entonces va Pablo a visitar a los corintios; es una visita rápida. Y ya no, en su regreso de Macedonia, ya no va a visitar a los corintios, sino que solo les envía una carta, que es lo que veíamos el domingo pasado, sería esta tercera carta, una carta de reprensión para ellos en vez de ir.
Hay cambios de planes que Pablo va haciendo en relación a los corintios. Entonces, parece que la crítica de los corintios es que Pablo dice una cosa y no la cumple, no es un hombre de palabra, dice que sí y luego no, dice que no y luego sí. Entonces, toda esta sección de la carta es para aclarar, para que Pablo defienda su razonamiento detrás de las decisiones que está tomando.
Además, parece ser —y esto lo vamos a ver más adelante cuando hablemos del dinero y de la ofrenda— que otra de las críticas es que no nada más cambia planes Pablo todo el tiempo, y que Dios no cambia, Dios es constante. Si Pablo fuera un verdadero apóstol de Jesucristo, él se mantendría constante, él sería consistente en sus decisiones, porque así es Dios.
Entonces, la otra cosa que parece ser que lo critican es lo del dinero, porque dicen: “Pablo nada más viene a pedirnos dinero y es lo único que le interesa.” Entonces, todas estas cosas él las tiene que explicar y las tiene que defender. Él está en un punto frágil con los corintios porque hay corintios que han respondido bien a sus exhortaciones, pero también hay corintios que lo critican y no lo quieren y cuestionan su apostolado.
Esta parte, ustedes pueden ver este argumento que vamos a estudiar hoy, es este intento de Pablo de decir: “Confíen en mí, pueden confiar en mí, porque yo estoy sujeto a Cristo en mis decisiones y a lo que es mejor para ustedes, y yo soy imitador de Cristo en todo lo que estoy haciendo por ustedes.”
Vamos a ver eso en un momento. Nomás quiero que entiendan de dónde viene toda esta tensión que está en esta sección de la carta. Y obviamente entendemos bien a qué se refiere Pablo cuando habla de gente que lo critica, porque siempre hay eso en la iglesia. Siempre hay gente que, otra vez, de las personas que están a cargo, las personas que están al frente, los líderes, cuando están tomando decisiones, siempre van a ser cuestionados, siempre va a haber algún tipo de perspectiva de por qué esto y por qué no lo otro. Si no lo hizo, ¿por qué no lo hizo? Y si sí lo hizo, ¿por qué sí lo hizo? Y así siempre hay este constante escrutinio de todo lo que se hace.
Estos son los puntos que vamos a analizar, puntos que nos muestran en esta sección qué es lo que nos hace personas de integridad, cómo se define una persona de integridad de acuerdo a la definición que Pablo tiene aquí. Dice el versículo 12:
“Porque nuestra satisfacción es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo y especialmente hacia ustedes.”
Creo que todo este versículo resume bien qué es integridad, qué es integridad en el ministerio cristiano. Tres palabras surgen aquí que menciona Pablo que creo que definen la integridad: santidad, sinceridad —ambas cosas vienen de parte de Dios— y no en sabiduría carnal, que sería este tipo de sabiduría como de habilidades para manipular a la gente.
Recuerden que la cultura corintia era una cultura que se jactaba en aprender y desarrollar temas filosóficos, y había mucha gente que eran personas que a lo que se dedicaban era impresionar. O sea, si yo puedo mantener la atención de la gente, si yo puedo hablar con suficiente elocuencia y juntar multitudes, entonces puedo vivir de eso. La gente que se dedica a eso —si ustedes van a un show de, no sé, de comedia o si van a un show de lo que sea, donde ustedes tienen que pagar— eso normalmente está basado en que la persona que está desarrollando lo que sea que haga mantiene su atención y los manipula de esa manera, porque tiene que ser entretenido todo el tiempo. Su trabajo es ese: que no se distraigan, que no empiecen a bostezar, que no empiecen a pensar: “Ah, preferiría estar en otro lugar.” Toda nuestra industria del entretenimiento es eso, en realidad: es mantenernos entretenidos.
Ahí es donde realmente existe un conflicto a veces con mucho de lo que hay en la iglesia contemporánea, porque muchas de las iglesias contemporáneas adoptan esa misma filosofía para la iglesia. Entonces piensan: “¿Qué podemos hacer para que la gente no se aburra? ¿Qué podemos hacer para que todo lo que hagamos sea más entretenido y no se distraigan?” Bueno, esa es una de las tentaciones también en la predicación: estar obsesionados con mantener su atención. Y es bueno que trate de mantener su atención, pero mi objetivo es comunicar; mi objetivo principal es comunicar verdad en lo que digo. Ese es mi objetivo principal. Ahora, le pido sabiduría a Dios que me ayude a hacerlo de una manera en que ustedes entiendan lo que estoy diciendo, pero sé que es Dios trabajando en sus corazones. Si es que entienden lo que digo, no es por mis capacidades, no es nada más porque yo tenga ciertas habilidades que ustedes me entiendan; es porque Dios está trabajando a través de los dones que da a su iglesia. A eso se refiere Pablo cuando habla de sabiduría carnal: no es sabiduría carnal, sino es la gracia de Dios.
Esta integridad, entonces, es lo que Pablo llama el testimonio de su conciencia. No me voy a meter en todos los detalles; había estudiado muchas cosas acerca de todas estas partes de las que habla Pablo: santidad, sinceridad, sabiduría. Pero creo que en general todo esto se resume como la conciencia del cristiano. Para Pablo es muy importante nuestra conciencia delante de Dios. ¿Cómo está nuestra conciencia delante de Dios?
Vean lo que dice Primera de Timoteo 3:8-9:
“De la misma manera, también los diáconos deben ser dignos, de una sola palabra, no dados al mucho vino ni amantes de ganancias deshonestas, sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia.”
¿Cómo está nuestra conciencia delante de Dios, sea el ministerio que sea que hagamos dentro de la iglesia? Eso es uno de los retos que surge de este pasaje: el poder buscar delante de Dios que Él nos ayude a escudriñar nuestros corazones para entender las motivaciones de todo lo que hacemos dentro de la iglesia y para otros, de tal manera que sea genuino lo que hacemos, que sea por las razones correctas. Y ahorita vamos a ver cuáles son estas razones correctas.
La primera razón correcta, la primera manera en que podemos entender si estamos conduciéndonos con integridad, es preguntándonos si estamos imitando nosotros la misma fidelidad de Dios. Porque ese es el argumento de Pablo. Vean el versículo 18:
“Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es ‘sí’ y ‘no’.”
Dice Pablo: nosotros somos consistentes, pueden confiar en nuestra palabra en realidad, porque Dios es fiel. Dios es fiel. ¿Ven el argumento? Como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es ‘sí’ y ‘no’. Nosotros somos confiables, ¿por qué? Porque Dios es confiable, y Dios es a quien imitamos en lo que decimos: que tu ‘sí’ sea ‘sí’ y tu ‘no’ sea ‘no’. ¿Por qué? Porque así es Dios; cuando Él dice algo, lo hace. Y así deberíamos de ser nosotros.
Yo sé que para algunos de nosotros es una lucha, porque honestamente, además, se me olvida a veces que dije que sí a algo. ¡Ay, sí es cierto! ¿Verdad, Richard? Perdón. Todo el tiempo te estoy diciendo: “Ah, sí, sí”, y a la mera hora me escribe y me dice: “Oye, habías dicho que ibas a calificar exámenes, ¿verdad?” Bueno, está pendiente, ahorita me acordé.
Pero ese es el argumento de Pablo. Y vean el versículo 19:
“Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue ‘sí’ y ‘no’, sino que ha sido ‘sí’ en Él. Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son ‘sí’; por eso también por medio de Él es nuestro ‘amén’ para la gloria de Dios por medio de nosotros.”
Esto lleva a Pablo a una conclusión increíble acerca justamente de la fidelidad y de la confiabilidad de Dios, porque ahora nos está apuntando exactamente hacia donde está el clímax de la fidelidad de Dios en todas las cosas, que es Cristo. Todo lo que Dios había venido prometiendo a lo largo del Antiguo Testamento, todo lo que dice que va a hacer con el pueblo de Israel y con las naciones, con la redención del mundo, todas las cosas que empiezan a surgir a lo largo de todo el Antiguo Testamento se cumplen en Jesús. Él es el cumplimiento. Es por Él que todas esas promesas pueden ser ciertas para nosotros, porque conectados a Cristo, cuando lo vemos a Él, nos conectamos a todas las promesas que Dios ha hecho en toda la historia de la humanidad. ¿No es increíble? Tú ves a Cristo y, a través de Cristo, todo lo que Dios ha prometido para su pueblo se vuelve una realidad positiva para nosotros. Sí, en Él todas las promesas son ‘sí’.
¿Cómo es que Dios iba a perdonar los pecados de su pueblo? Porque les decía: “Sí, sí voy a perdonar sus pecados, y maten un corderito y derramen su sangre.” Y decían: “¿Cómo puede eso funcionar, un cordero, un animal por una persona?” Sí, ¿cómo? Jesús.
Sí, tú puedes entender tu culpabilidad delante de Dios y cómo has quebrantado su ley, estás separado de Dios, y Dios te ofrece misericordia, y dices: “¿Cómo puede haber misericordia para mí, pecador? Mi corazón, mi mente, no hace lo que es de acuerdo a la voluntad de Dios. Yo quiero ir en la otra dirección.” Dice el Señor, a través del mensaje del Evangelio: “Mira a Cristo, mira a Cristo. ¿Quieres misericordia? Sí, mira a Cristo. ¿Quieres gracia? Sí, mira a Cristo. ¿Quieres el perdón de pecados? Sí, mira a Cristo.” Todo se cumple en Él, todo.
Por eso, como paréntesis, creo que no hay promesas en el Antiguo Testamento dadas a los judíos étnicos que se cumplen solo en los judíos étnicos solo por ser judíos étnicos, porque creo que no hay nada fuera de la fe en Cristo que nos conecte a ninguna promesa dada en todo el Antiguo Testamento. Pero bueno, si quieren seguir hablando de eso, hablen con Richard al final; le encanta hablar de teología bíblica. Es uno de los mejores teólogos que conozco, Richard, entonces aprovechen que está aquí. ¡Cualquier pregunta de la Biblia, lo que sea, va a tener una buena respuesta! Por eso está el Instituto Teológico. También estoy haciendo la publicidad que me pagaste para hacer.
Así, todas las promesas son ‘sí’, todas las promesas son ‘sí’ en Cristo. Entonces, cuando nosotros decimos ‘amén’, es a través de Él que también podemos afirmar que estas cosas son reales para nosotros. ¿Para qué? Para la gloria de Dios por medio de nosotros. Es decir, cuando Dios cumple sus promesas en nosotros, es para su gloria, y cuando nosotros afirmamos: “Sí, yo creo en todas las promesas de Dios, yo creo que Él en efecto me ha salvado”, entonces yo estoy glorificando a Dios al mostrar cómo, a través de cumplir sus promesas en mi vida, Él es un Dios fiel.
¿Ven cómo todo se conecta, cómo Pablo conecta todas esas ideas? Entonces, ¿cómo sabemos que Dios va a contestar nuestras oraciones? ¿Cómo sabemos que la respuesta de Dios siempre va a ser ‘sí’? ¿Serás mi refugio? Sí. ¿Me vas a guiar por el camino de la vida? Sí. ¿Vas a satisfacer mi corazón? Sí. ¿Vas a darme los deseos de mi corazón si me deleito en ti? Sí. ¿Vas a mostrarme nuevas misericordias todos los días? Sí. ¿Vas a hacer que todas las cosas ayuden a bien a los que te amamos y hemos sido llamados conforme a tu propósito? Sí. ¿Me vas a consolar? Sí. ¿Nunca me vas a abandonar, nunca me vas a dejar? Sí. ¿Vas a perdonar mis pecados y seré inocente, completamente inocente delante de ti si te pido perdón y reconozco mi culpabilidad delante de ti y veo a tu Hijo como la esperanza de mi vida? Sí. ¿Vas a regresar nuevamente? Todavía no ha sucedido, pero nosotros creemos que eso es cierto porque Jesús ya vino la primera vez y Él dijo que regresará.
Ven cómo Pablo desarrolla este argumento. Somos personas de integridad cuando imitamos la fidelidad de Dios, y yo diría, cuando reflejamos la fidelidad de Dios en nuestras vidas. Por eso Pablo puede decir: “Me jacto, me glorío, me enorgullezco, ¿de qué? De la obra de Dios en mí.” De eso sí nos jactamos, sí, es Dios, sí, es su gracia. No hay ninguna otra cosa en mí que me haga merecedor de la obra que Dios quiere hacer en mi vida, y simplemente puedo decir: “Gracias, Señor, aquí estoy; heme aquí, envíame a mí.”
Número dos: ¿qué nos hace personas de integridad? Cuando buscamos la guía del Espíritu Santo, y eso es lo que viene en el versículo 21:
“Ahora bien, el que nos confirma con ustedes en Cristo y el que nos ungió es Dios, quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.”
Aquí está desarrollando esta idea de todos los diferentes ministerios que Dios hace a través de nosotros, a través del Espíritu Santo en nosotros, en donde podemos ver, o sea, esta idea de que hemos sido ungidos es la misma idea de lo que pasó en el ministerio de Jesús cuando Él cita en Lucas 4 el cumplimiento de la profecía de Isaías:
“El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha ungido para anunciar el Evangelio a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, la recuperación de la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año favorable del Señor.”
Ese es el mismo Espíritu que está en nosotros, y cuando tenemos ese Espíritu es que nosotros podemos vivir vidas de integridad.
“Quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.”
Entonces, esas dos ideas están conectadas: es un sello que Dios pone sobre nosotros, y ese sello es garantía de algo que va a venir en Él. En Efesios 1:13-14 dice:
“En Él también ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el Evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios para alabanza de su gloria.”
Entonces, esta garantía es porque vivimos en una etapa complicada, que es el “ya” y “todavía no” de la vida cristiana. Es decir, sí, ya tenemos al Espíritu, sí, ya tenemos las promesas de Dios cumpliéndose en nuestras vidas, pero en realidad todavía no hemos experimentado lo que viene de una manera completa: la conclusión final, la verdadera manera de contemplar la gloria de Dios y de disfrutar de la gloria de Dios, todavía no lo hemos experimentado.
Yo trato de hacer esta analogía cuando hablo de la segunda venida; la he usado muchas veces, que es la analogía de un hombre que da un anillo de compromiso a la novia. Es “ya” y “todavía no”. Es cuando decimos que la relación ya ahora sí es seria. Pues antes del anillo, ¿qué hay? ¿Hay un verdadero compromiso? No sé, a lo mejor dicen. Pero ya que hay un anillo, ¿qué representa ese anillo? Ese anillo representa la promesa de que la boda vendrá, la boda sí sucederá. Y eso es lo que Dios ha hecho con nosotros a través del Espíritu Santo: nos ha dado al Espíritu Santo como anillo de compromiso, como garantía de la boda futura. Sí, sí vendrá la boda. Y ustedes pueden vivir sus vidas hoy en integridad porque saben que esta vida no es todo lo que hay.
La razón por la que somos tentados a no vivir en integridad es cuando pensamos que esto que vivimos ahorita es todo. Entonces somos tentados a no vivir en integridad porque: “Ah, es que ahorita podría tener esto, podría tener reconocimiento, ahorita podría tener más dinero, ahorita podría tener cierto tipo de satisfacción.” Y entonces dejamos de pensar en lo que vendrá. Y esa es la manera en que somos seducidos a las realidades de este mundo temporales.
Entonces, vivimos en integridad cuando no vemos esta vida como todo lo que hay, y cuando pensamos: “Todos los placeres, todas las cosas que amo de esta vida simplemente son una probada de las glorias futuras que disfrutaremos”, como dice Romanos 8:18.
Vean lo que dice en el versículo 14:
“Porque ninguna otra cosa les escribimos sino lo que leen y entienden, y espero que entenderán hasta el fin, como también ustedes nos han entendido en parte, que nosotros somos el motivo de su gloria, así como también ustedes la nuestra en el día de nuestro Señor Jesús.”
¿Dónde está poniendo su esperanza Pablo? En un día futuro, ¿no? Y me encanta tan sutil cómo lo plantea Pablo, porque se dan cuenta de este giro: es una manera tan sabia de responder a los críticos, porque ¿qué están haciendo ellos? Están criticando a Pablo: “Ah, tú no eres confiable. Ay, Pablo, tú eres una persona que en un momento dice una cosa y luego dice otra, y la verdad es que no creemos que ni siquiera seas realmente un apóstol con mucha autoridad, y la verdad es que no te respetamos.” Y entonces están trayendo todos estos cuestionamientos. Y lo que dice Pablo aquí es: “Yo estoy confiado de que cuando llegue el día final, una de las cosas de las que ustedes se van a gloriar es de la obra que Dios hizo en sus vidas a través de mí.” ¿Se dan cuenta cómo se los volteó? “Yo sé que por mí escucharon el Evangelio y que por mí ahora son cristianos. Entonces, ¿no creen que eso cuenta para algo en la obra que Dios quiere hacer en ustedes, y que al final, cuando lleguemos a la resurrección final, ustedes digan: ‘Ah, no, sí, Pablo sí era auténtico apóstol’?”
Yo creo que ahorita ya todos estos corintios ya están en esa posición, ¿no?, de decir: “Ah, sí, estábamos mal, cómo lo juzgábamos.” Entonces, me encanta Pablo cómo sutilmente está contestando a todas esas objeciones.
Vean en el versículo 24:
“No es que queramos tener control de su fe, sino que somos colaboradores con ustedes para su gozo, porque es en la fe que permanecen firmes.”
Aquí Pablo está aclarando algo muy importante, y esto debería ser cierto para todos los líderes de la iglesia: nosotros no estamos aquí para manipular sus sentimientos en relación al cristianismo y decirles lo que tienen que hacer o no hacer; eso no es nuestro rol.
¿Cuál es nuestro rol? Somos colaboradores con ustedes. Entonces, no es como de acá para allá y diciendo: “A ver, ¿cómo podemos manipular a la gente?”, sino vemos esta congregación y esta familia como una familia en donde todos estamos juntos, todos estamos en lo mismo, estamos juntos en esta batalla y en este camino que se llama la santificación de la vida cristiana. Estamos tratando de ayudarnos unos a otros; de eso se trata la vida cristiana. No deben de ver a los líderes como que: “Ah, bueno, sí, ellos tienen todas las respuestas y ellos saben cómo se tiene que hacer todo”, sino véannos como colaboradores con ustedes para el reino de Dios. Es todo lo que somos: colaboradores unos de otros.
¿Para qué? Ahí está la palabra: para su gozo. Porque es en la fe que permanecen firmes. Otra vez, no es en nosotros, no es en sus líderes que están firmes, es en la misma fe que Dios les ha dado a cada uno de ustedes por la cual permanecen firmes. Y cuando nosotros empezamos a interactuar unos con otros, la razón por la que Dios quiere que interactuemos unos con otros es para que nos gocemos más en Dios. Ese es el objetivo de esta iglesia. Y eso es algo que yo aprendí de John Piper, porque ese es el centro de su ministerio: Dios es más glorificado en nosotros mientras mayor satisfacción nosotros encontremos en Él. Ese es el concepto. Entre más gozo tú encuentres en Dios, más glorificado Dios será a través de ti. Y entre más te quejes y digas: “Ay, pobre de mí, y miren, estoy triste y no sé qué hacer”, y entre más nos deprimimos en nuestras propias situaciones y en nuestras propias vidas y no encontramos nuestro gozo en Dios, Dios no será glorificado en nuestras vidas. ¿Qué clase de Dios nos tiene así, todos tristes y deprimidos y en martirio constante? No, esa no es la vida cristiana, dice Pablo.
Peleamos, batallamos para el gozo. Es una batalla. O sea, no quiero menospreciar el hecho de que pasamos por temporadas difíciles, pero no nos quedamos ahí, no decimos: “Bueno, hermano, si tú quieres deprimirte el resto de tu vida, está bien.” Decimos: “No, vamos a pelear por gozo, vamos a encontrar nuestro gozo en Dios, vamos a gozarnos en Él, que Él sea nuestra satisfacción.” Eso es lo que Pablo está tratando de hacer con los corintios: instigar gozo en sus vidas.
Entonces, todo lo que criticó en Primera de Corintios, que ya vimos —sectarismo, inmoralidad, abuso—, lo que vamos a ver en esta carta —ser más generosos financieramente, advertirles sobre falsos apóstoles—, todo eso, todo eso está enfocado en que ellos puedan encontrar un gozo más grande.
Cuando lleguemos al dinero, va a ser interesante; eso nos cuesta a todos. Pero estábamos este fin de semana grabando unos promocionales para una cadena hotelera en Cancún, y este hotel en particular que estaba en Isla Mujeres. Entonces, estábamos grabando todas las cosas que ofrecen, y creo que la mayoría, aunque tuviera el dinero, no sé si las querría: un temazcal y un spa, no sé, pero todas cosas que ofrecen. Y dentro de todo decían: “Bueno, trajimos estos chefs de Italia para hacer los menús.” Y entonces, pues, es todo incluido, ¿no? ¿Cuánto cuesta la noche? Dos mil quinientos dólares la noche. Voy a empezar a ahorrar para cuando cumplamos sesenta años de casados, mi esposa y yo; medio día, a lo mejor, no sé, alcanzamos. Es increíble ver, y ahorita que es temporada baja solo estaba como mitad ocupado el hotel, y piensas: “O sea, ¿cómo sería gastar esa clase de dinero si quiero quedarme una semana?” Y obviamente la tentación es, y ves a estas personas, y obviamente la tentación es a envidiarlos y a decir: “Pues yo quisiera tener eso, yo quisiera tener estas posibilidades, yo quisiera que esto fuera mi vida normal, rentar un yate y ir de aquí para allá.”
Pero el enfoque de Pablo es: “No, es que el gozo que nosotros tenemos es un gozo mejor, mejor que los placeres y los lujos de este mundo.” Es más, cuando encontramos nuestro gozo en Dios, esa es verdadera libertad, porque de hecho, cuando los placeres de este mundo se vuelven nuestro gozo, estás viviendo en la mayor esclavitud posible que puedes vivir. Cuando esa es tu vida y te das cuenta lo frágil que es, que en cualquier momento puedes perder todo —y no hablo nada más de perderlo porque te vas a la bancarrota, hablo de que hoy puede ser tu último día de vida—, entonces, ¿qué va a pasar con todas esas cosas? Pero cuando tenemos nuestro gozo puesto en Cristo, esa es la manera de vivir esta vida con la mayor libertad posible, pensando: “No hay nada que puedo perder, nada me puede quitar lo que yo tengo con Cristo, y es más, si me muero hoy, mi gozo solamente incrementará mil veces más. Eso es lo único que puede pasar.”
Dice el Salmo 16:11:
“Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra hay deleites para siempre.”
Salmo 34:8:
“Prueben y vean que el Señor es bueno; cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia.”
Salmo 36:8:
“Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias.”
Eso es la vida cristiana de la que está hablando Pablo.
Vean más adelante también, en el capítulo 2, se los dice:
“Esto mismo les escribí, para que cuando yo llegue no tenga tristeza de parte de los que debieran alegrarme, confiando en todos ustedes de que mi gozo sea el mismo de todos ustedes.”
Aquí ya nos metemos un poquito en la razón que Pablo está dando para no haber ido a Corinto como les dijo que iba a ir. ¿Cuál es su razón? Es por beneficio de ellos que no fue. En primer lugar, no quería complicar más las cosas y por eso decidió enviar una carta. Es: “Si yo voy y ustedes en ese momento, en ese momento que voy, porque paso rápido, no aceptan mi exhortación, yo voy a darles una palabra de juicio probablemente y nada más van a enojar más conmigo. Entonces, mejor les envío una carta, consideren lo que dice, les doy tiempo para arrepentirse y para que la próxima vez que los vea, a lo mejor ya no están tan enojados conmigo, a lo mejor ya se tranquilizaron, Dios ya ha trabajado en sus corazones y podemos gozarnos juntos.” Eso es básicamente lo que les está diciendo.
Ese es mi último punto, que es lo que dice el versículo 4 del capítulo 2:
“Pues por la mucha aflicción y angustia de corazón les escribí con muchas lágrimas; no para entristecerlos, sino para que conozcan el amor que tengo especialmente por ustedes.”
Entonces, ¿cómo vivimos en integridad? Vivimos en integridad cuando nuestra motivación es: “Voy a hacer lo que yo tenga que hacer para amar, amar mejor a mi hermano o hermana, porque eso es lo que quiero. ¿Cómo puedo amarlos mejor?”
Aquí nada más voy a señalar un detalle importante, que es: ¿quieren aprender a diferenciar estas cosas, saber cuándo es amor y cuándo no es necesariamente amor? Cuando nos peleamos, hermanos, y nos enojamos por cosas que realmente no tienen valor eterno. ¿Cuáles son esas cosas? Preferencias, ¿no es cierto? Todos tenemos nuestras preferencias. Yo creo que deberían de pintar de este color, yo creo que no deberían de decorar así. Al final, está bien, todos podemos dar nuestra opinión de preferencias, pero no tiene ningún impacto espiritualmente hablando. Pero cómo causa problemas cuando alguien piensa diferente que yo, y cómo se tiene que hacer el aseo de la iglesia, y cómo tendríamos que… Bueno, ya me metí en problema ahí. Hermanos, tranquilos, preferencias, no pasa nada. Esas son cosas materiales, físicas.
¿Cuánto, cuánto de nuestras confrontaciones son innecesarias? Nada más porque yo creo que esto debería de ser importante no significa que es importante. Y como iglesia tenemos que tener claro: “Oye, mi sentir, ¿voy a pelear por algo que sea algo por lo cual vale la pena pelear? ¿Me voy a desgastar en esto realmente?” Esa es la pregunta, hermanos. Escojamos nuestras batallas. Obviamente, sí va a haber cosas por las que vamos a pelear, pero asegurémonos de que las cosas por las que peleemos sean cosas de valor eterno y porque estamos verdaderamente buscando amarnos en el proceso de buscar las cosas eternas.
Hermanos, es esta idea de dar el beneficio de la duda a un hermano que dice algo y no nada más asumir que conocemos sus motivaciones y lo que hay en su corazón y la razón por la que lo hace. Somos tan rápidos para juzgar, y Pablo ya trató con esto en Primera de Corintios 4, ¿se acuerdan? Sean lentos para juzgar; por lo regular juzgamos las cosas antes de tiempo, dice Pablo. Nos adelantamos a hacer un juicio, especialmente en cosas negativas: “Ah, es que ese hermano es… ya sabes cómo es.” Siempre estamos generando estos juicios y no damos el beneficio de la duda, que genuinamente puede ser que sean buenas razones por las que un hermano haga o no haga algo. ¿Y qué haces? Pues te acercas y le preguntas: “Hermano, ¿por qué hiciste eso?” “Ah, por esto.” “Ah, está bien.” Y le crees. ¿Entienden cómo funciona esta dinámica como iglesia?
Pablo quiere asegurarse: “A veces sí los regaño, a veces se enojan conmigo, pero sí quiero que sepan”, dice Pablo, “que todo lo que yo hago por ustedes es por amor, yo los amo profundamente.”
Para los que tienen hijos, a lo mejor entienden esta dinámica. Pablo, ¿se acuerdan? En Primera de Corintios los llamó como hijos y cómo se veía a sí mismo como papá de una familia. Y a los que tienen hijos, ¿no son tus hijos las personas que más amas en este mundo junto con tu esposa? Y así como los amas, también se convierten en la fuente de mayor felicidad en tu vida, ¿no es cierto? Como una bendición de Dios, de las bendiciones que Dios nos da. Y por lo tanto, también los hijos pueden ser la fuente de mayor dolor y tristeza en nuestra vida, ¿no es cierto? Porque los amamos tanto, cuando los vemos desviándose del camino del Señor y cuando vemos que ellos están lastimando a sí mismos y cuando vemos que ellos no van en el camino del gozo eterno, eso va a traer tanta tristeza a nuestro corazón y tanto dolor a nuestro corazón como padres. Y lo hemos visto en muchos; sabemos que hay situaciones aquí.
Así se sentía Pablo sobre los corintios: traían tanto dolor a su vida porque los amaba tanto. Me encanta esto que escribió Calvino justamente sobre este pasaje. Él dice:
“Hay muchos que regañan escandalosamente, quienes muestran un asombroso fervor en denunciar y enojarse contra las faltas de otras personas, y sin embargo sus corazones permanecen sin cambiar, pues parecen gozarse en ejercitar sus gargantas y pulmones.” Así lo dice Calvino. Les gusta regañar: “Ay, es que tú siempre, siempre criticando y señalando las faltas de los otros.” Pero él dice: “Pero un pastor piadoso llorará antes de hacer a otros llorar, sufrirá en secreto antes de manifestar públicamente enojo, y tendrá más angustia él de la que causa a otros.”
Eso es lo que refleja Pablo aquí, ¿lo ven? Dice: “Mucha aflicción y angustia de corazón les escribí con muchas lágrimas; no para entristecerlos, sino nada más para que sepan cuánto los amo a ustedes. Por eso me hacen llorar”, dice Pablo.
Obviamente, esta reflexión de Pablo y esta reflexión de hoy nos confronta a todos, especialmente nuestras motivaciones, especialmente en por qué hacemos lo que hacemos, cuál es nuestro verdadero corazón unos por otros. Y Pablo dice en Primera de Timoteo 1:5:
“Pero el propósito de nuestra instrucción es el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera.”
Entonces, esta es mi oración por ustedes y por mí, que yo quiero hacer, hermanos. Esta es la oración que quiero recordar todas las semanas en el rol que Dios me ha dado dentro de esta iglesia:
“Señor, examina mi corazón para que yo pueda dar una instrucción que es nacida de un amor real, de un corazón puro y de una buena conciencia, y de una fe sincera. Señor, dame eso, dame eso como la raíz de todo ministerio y servicio que yo doy a otros.”
Que Dios nos dé esta conciencia y nos dé el corazón puro que Él quiere que tengamos al servirle, porque eso es lo que lo refleja a Él.