Porqué celebramos la Cena del Señor parte 1
De la serie: 1 Corintios | 📖 (1 Corintios 11:17-34) | | 🗣Nathan Díaz | Compartelo:
Muy bien, vamos a continuar hoy con Primera de Corintios y meditar sobre algunas de las verdades más importantes que hay en la palabra de Dios. Específicamente, vamos a estar hablando acerca de la Cena del Señor, de la santa cena que es esa sección del 17 al 34 de Primera de Corintios 11.
Entonces vimos hace dos domingos algo acerca del orden del servicio de la iglesia, algo del orden de adoración del servicio de la iglesia que comienza en esta sección del capítulo 11, viendo la manera en que Dios ha establecido un orden entre hombres y mujeres, la manera en que existe autoridad dentro de la iglesia y la manera en que, aunque hombres y mujeres tienen el mismo valor delante de Dios, tienen diferentes funciones, no nada más dentro de la iglesia sino también dentro del hogar.
Y Pablo, esa es una de las cosas que desarrolla en la primera sección del capítulo 11 que es lo que ya vimos acerca de los velos y los ángeles y las mujeres y todo lo que está sucediendo cuando estamos aquí juntos, cómo se debe de ver el orden que honra a Dios y que inclusive dice que los ángeles son testigos de ese orden.
Ahora Pablo va a pasar a hablar acerca de este tiempo que nosotros celebramos cada domingo, en realidad, es tiempo que está enfocado en la copa, en el pan y que tiene una gran profundidad dentro de nuestra teología, dentro de nuestra fe, dentro de lo que es esta iglesia.
Entonces vamos a leer los versículos 17 al 34 para que tengan una idea de hacia dónde vamos:
«Pero al darles estas instrucciones no los alabo porque no se congregan para lo bueno sino para lo malo. Pues en primer lugar, oigo que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes y en parte lo creo porque es necesario que entre ustedes haya bandos a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados. Tanto cuando se reúnen esto ya no es comer la Cena del Señor, porque al comer, cada uno toma primero su propia cena y uno pasa hambre y otro se embriaga. ¿Qué no tienen casas para comer y beber o desprecian la iglesia de Dios y avergüenzan a los que nada tienen? ¿Qué les diré? ¿Los alabaré en esto? No los alabaré, porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado, que el Señor Jesús la noche en que fue entregado tomó pan y después de dar gracias lo partió y dijo “Esto es mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de mí”. De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado diciendo “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de mí”. De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado diciendo “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de mí”, porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa proclaman la muerte del Señor hasta que él venga. De manera que el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo y entonces coma del pan y beba de la copa, porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor come y bebe juicio para sí. Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes y muchos duermen, pero si nos juzgáramos a nosotros mismos no seríamos juzgados, pero cuando somos juzgados por el Señor, somos disciplinados para que no seamos condenados con el mundo. Así que hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. Si alguien tiene hambre, coma en su casa para que no se reúnan para juicio. Los demás asuntos los arreglaré cuando vaya».
Gracias, padre, por tu palabra y por esta sección tan importante de tu palabra que nos recuerda la importancia, la profundidad de la Santa Cena. Te pedimos, Señor, que hoy podamos juntos meditar sobre estas verdades y que podamos pensar cómo es que llegamos a tu cena cada domingo y cuáles son las implicaciones de tomar este pan y esta copa. Gracias, Señor, porque juntos podemos animarnos, recordarnos, exhortarnos sobre el verdadero significado que esta celebración tiene en nombre de Cristo Jesús. Amén.
Bueno, hay muchas preguntas que necesitamos contestar en torno a este pasaje, así que nos vamos a tomar dos domingos para hacerlo porque cuando estaba preparando esto, estaba planeando los sermones de este mes y estaba viendo esta sección, me di cuenta que el recorrer este pasaje en un solo domingo iba a obligarme a brincarme algunas cosas que creo que son importantes, y después de todo, eso es una de las ordenanzas, uno de estos sacramentos que tenemos como iglesia.
Las ordenanzas, el bautismo y la Santa Cena, solo son dos, y eso es lo que Dios ha instituido como un reflejo del evangelio para su pueblo, son sumamente importantes y vale la pena entonces pasar tiempo meditando sobre esto con profundidad. Entonces hay muchas preguntas que surgen. La primera pregunta que surge en torno a este texto es qué está pasando en la iglesia de Corinto.
Cuando leen este reporte que le llega a Pablo, seguramente de Cloe. ¿Se acuerdan de Chloe? Yo tengo mis “Cloes” de la iglesia que me dicen qué es lo que está pasando. Es bueno saber qué está pasando. A Pablo le han dicho que hay toda clase de cosas que están pasando dentro de la reunión de la Santa Cena. Suena como que unos están borrachos. ¿Qué está pasando? ¿Por qué les dice que coman en sus casas primero y después vayan a la iglesia? ¿Quiénes son estas personas que no tienen nada, que no tienen comida, pero otros están emborrachándose? ¿Cómo se veía esto?
Nos suena un poco raro, no entendemos bien cómo se ve. Y la otra cosa es lo que viene hacia el final de esta sección, que es de veras Dios estaba haciendo que uno se enfermara porque no estaban tomando en serio la Cena del Señor. ¿Dios estaba matando a algunos porque no estaban tomando la Cena del Señor correctamente? Ah, y ¿cómo es que la iglesia ha interpretado históricamente la celebración de la Santa Cena y lo que significan estos símbolos? Bueno, como ya vieron, son muchas preguntas que estamos tratando de contestar y queremos contestarlas bien porque sí hay muchas preguntas.
¿Qué hay de los niños? ¿A qué edad deben de participar? ¿Quiénes deben de participar? Ah, todo eso queremos, con calma, verlo hoy y el próximo domingo. Entonces, nada más voy a decir, tengo una idea de dónde creo que voy a cortar y dónde vamos a retomar el próximo domingo, pero voy a avanzar y vamos a ver, básicamente, hasta dónde llegamos en una hora y ya, ahí lo dejamos para que el próximo domingo podamos retomar.
Pero creo que van a poder ver aquí claramente una estructura, no nada más el texto nos está diciendo algunos puntos muy específicos, sino pensando en la Cena del Señor, queremos ver entonces qué es la Cena del Señor.
Entonces, vamos a analizar históricamente qué ha sido la Cena del Señor, o cómo se ha visto la naturaleza de la Cena del Señor. Número dos, entonces, ¿por qué la celebramos? Esta es la pregunta. ¿Por qué celebramos la Cena del Señor?
Y entonces punto número uno va a ser: porque proclamamos el evangelio. Y creo que hasta ahí vamos a llegar hoy. Qué es la Cena del Señor y por qué celebramos la Cena del Señor, que es para proclamar el evangelio. Número dos, celebramos la Cena del Señor para nuestra santificación, y número tres, para vivir en unidad. Entonces creo que para vivir en santificación y para vivir en unidad van a ser próximo domingo. Hay mucho que decir en torno a la unidad porque justo el tema de la unidad es la que lleva a Pablo a hablar de la Cena del Señor. Entonces, quiero mostrarles cómo todo eso está aquí en el texto y vamos a analizarlo juntos.
Número uno, qué es la Santa Cena. Entonces, por el momento, vamos a irnos al versículo 23. Qué es la Santa Cena, versículo 23. «Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y después de dar gracias lo partió y dijo “Esto es mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de mí“».
Esta frase que dice Jesús, “esto es mi cuerpo”, vamos a enfocarnos en eso un momento porque aquí está mucho del debate que se ha desarrollado a lo largo de la historia de la iglesia en torno a la naturaleza de la Santa Cena.
Hay básicamente cuatro maneras de entender a qué se refiere cuando Jesús dice “esto es mi cuerpo”. Número uno, tenemos la transubstanciación. Esa es la manera en que la Iglesia Católica ve lo que se hace durante la misa. Tienen su celebración, digamos, de la Santa Cena, y “esto es mi cuerpo” significa que la comunión es un sacrificio no sangriento de Cristo que está siendo continuamente ofrecido. Entonces, Cristo sigue siendo sacrificado cada vez que se celebra, y esas obleas que les dan, la idea es que ese es el cuerpo de Cristo y así lo declara el sacerdote. De hecho, el sacerdote es el único que tiene esta autoridad para que haya este cambio. Claro, los elementos cambian, esta es la teología detrás. Explicaría la Iglesia Católica como que los elementos cambian en sustancia pero no en apariencia, y entonces la gracia efectiva es administrada al participante. Entonces, efectivamente, el cuerpo y la sangre de Cristo están siendo administrados literalmente en sustancia, aunque sigue viéndose como oblea, aunque sigue viéndose como vino, en realidad es en sustancia el cuerpo de Cristo.
Número dos, consubstanciación. Esa es otra postura, es la postura luterana. Este fue el gran debate durante la Reforma entre Lutero y Zwinglio en torno a también la naturaleza de la Santa Cena. En la consubstanciación, los elementos no cambian. O sea, no hay transubstanciación, pero Cristo está en, con y debajo de la sustancia del pan y del vino. Entonces el Sacramento es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo otra vez. La posición luterana, consubstanciación, el Sacramento es la verdadera sangre y cuerpo de Cristo, en donde Cristo está con, en, debajo de los elementos.
Número tres, presencia espiritual. Es la tercera manera de ver la Santa Cena. Cristo está presente en la Santa Cena espiritualmente, pero no físicamente. Entonces aquí es donde hay una diferenciación con la transubstanciación y la consubstanciación. Es decir, sí, está presente Cristo, pero es una presencia espiritual de él, no física, y por fe disfrutamos de una presencia única y especial de nuestro Señor cuando nos reunimos como el cuerpo de Cristo. Entonces esta es la postura, por ejemplo, de Juan Calvino, en donde él dice, sí, Jesús está espiritualmente presente con los creyentes cuando celebran la Santa Cena de una manera especial, y no es que Jesús no esté presente en otras cosas, siempre está presente como Dios, pero hay algo especial de su presencia en el momento en que los cristianos nos reunimos para celebrar la Santa Cena.
Y número cuatro es la posición que llamamos memorial. La postura memorial que, en realidad, todos estamos de acuerdo en que hay un aspecto memorial, en realidad, porque dice “hagan esto en memoria de mí”. Claramente hay un aspecto de recordar, pero esta postura memorial ve la Santa Cena como simbólica de la obra sacrificial de Cristo a nuestro favor. Todo eso está siendo simbolizado en la copa y el pan.
Y a lo largo de hoy y del próximo domingo, quiero tratar de establecer un fundamento sobre cuál es nuestra postura como iglesia, qué creemos sobre estas cuatro cosas. Les voy a arruinar un poquito hacia dónde vamos, de una vez les digo, ya, si me muero, ya saben hacia dónde íbamos. Creo que la postura correcta es tres y cuatro, y creo que es nuestra postura en realidad, pero vamos a desarrollar eso con calma porque, ¿por qué diría que son esas dos cosas y cómo se ve? ¿Cuál es nuestra base bíblica? Pero antes de ir allá, les voy a decir por qué rechazamos las posturas uno y dos.
¿Cuál es la base por la cual algunos dicen que, como la Iglesia Católica, el pan y la copa se convierten en el literal cuerpo de Cristo, no en apariencia sino en sustancia, porque Lutero decía que el cuerpo de Cristo estaba junto con los símbolos?
Vayan conmigo a Juan capítulo 6. Aquí está el pasaje debatido y controversial, Juan capítulo 6, versículo 48. Aquí pueden ver donde empieza esta enseñanza de Jesús acerca de qué representa su cuerpo y qué representa su sangre. «Yo soy el pan de vida. Los padres de ustedes comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que desciende del cielo para que el que coma de él no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne».
Entonces aquí pueden ver donde empieza todo, esta ilustración de pan y cuerpo, o sea, esta conexión. Jesús, ya esto es antes de la Santa Cena, Jesús ya está explicando esta relación entre las dos cosas. El pan de vida es Él, así como Dios proveyó maná que cayó del cielo para el sustento físico del pueblo, de la misma manera Jesús descendió del cielo para proveer el sustento espiritual de su pueblo. Eso es lo que está explicando Jesús. Por eso dice «si alguien come de este pan vivirá para siempre», y por eso dice que «el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne».
Ahora, sigan leyendo. Dice «los judíos, por tanto, discutían entre sí, diciendo, “¿Cómo puede este darnos a comer su carne?”». Entonces aquí ya hay problemas con las explicaciones de Jesús porque la gente nada más no puede visualizar de qué está hablando. Y entonces Jesús les dijo, versículo 53, «en verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final».
Oye, Jesús, ahí era buena oportunidad para decirles, «bueno, no me entendieron, no, no me refiero literalmente a mi carne y a mi sangre», pero aquí parece que Jesús les está dando más munición para criticarlo. Y vean cómo termina, versículo 55, «porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida». Ay, bueno, eso se llama echarle leña al fuego, ese es el problema con los judíos, y él está siendo explícito aquí, no, sí, tienen que comerme, sí tienen que beberme a mí, es real, esto. No crean que estoy nada más jugando con palabras de una manera superficial. Y esto es lo que hacía que Lutero tomara tan en serio su postura de la consubstanciación, decía «Jesús dijo, “mi carne es verdadera comida, mi sangre es verdadera bebida”».
Luego sigan leyendo, versículo 56, «el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él; como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, así mismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo, no como el que los padres de ustedes comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Entonces aquí tenemos toda una situación confusa entre los judíos y Jesús, de qué está hablando Jesús. Bueno, gracias a Dios no termina el pasaje ahí, continúa, porque creo que aquí está la clave, creo que aquí está lo que nos ayuda realmente a entender por qué Jesús fue tan explícito de esa manera, pero no dejó, y fíjense, no dejó a sus discípulos con la duda de qué estaba hablando. Vean, versículo 60, «Por eso, muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: “Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla?”».
Claramente, los discípulos están entendiendo lo que la Iglesia Católica y lo que Lutero entendían de lo que dijo Jesús, porque están en shock. “¿De qué estás hablando, Jesús? ¿Cómo que te vamos a comer? No entendemos tus palabras, no tienen sentido”.
Pero Jesús, consciente de que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto los escandaliza? Pues, ¿qué si vieran al Hijo del Hombre ascender a donde estaba antes?» Lo cual va a ver. Ahora aquí está la explicación, es decir, él les dice, miren, todo mi ministerio está lleno de cosas que no entienden y que son sorprendentes, pero déjenme decirles, ahora sí, a sus discípulos les va a explicar… “déjenme decirles a qué me refiero cuando estoy hablando de comerme y beberme a mí”.
Versículo 63, «El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida, pero hay algunos de ustedes que no creen». Entonces, pueden ver que aquí está ya la explicación de Jesús de qué se refería con todas estas imágenes de comerlo y beberlo y su cuerpo como pan y todas estas cosas que nada más no estaban entendiendo.
Les está explicando, en realidad, se tratan de una acción espiritual. El espíritu va a hacer algo en ustedes y eso es lo que les va a dar vida, y eso es lo que es tan real como algo físico. Por eso tengo que usar lenguaje físico, porque es así de real, no crean que esto nada más es de mi imaginación o algo ambiguo allá afuera que no tiene un fundamento en la realidad. No, sí es real, así como el pan es real, así como nuestra necesidad de comer es real, de la misma manera nuestra necesidad de tener vida a través del Espíritu es real, y mis palabras son las que traen esa vida, y es el espíritu el que trae esa vida a ustedes.
Entonces, lo ven, creo que Jesús nos deja claro que no está hablando de una transformación de su cuerpo a un pan o de un pan a su cuerpo y de su sangre o del vino a su sangre. Está hablando de una obra espiritual que Dios va a hacer en su pueblo.
Bueno, eso es una cosa que creo que vale la pena aclarar porque puede ser que tengan alguna conversación con alguien en donde surja este tema. Son diferencias, nuevamente, también con la iglesia luterana, y algunos otros también podrían tener alguna interpretación diferente de la Santa Cena. Yo quiero darles las bases bíblicas de por qué estamos diciendo lo que estamos diciendo hoy y el próximo domingo.
Otra cosa que quiero mostrarles es que también pueden ver la manera en que se usa el lenguaje. Creo que naturalmente, cuando escuchamos a Jesús decir “esto es mi cuerpo”, entendemos que es representativo de algo. Cuando estoy con alguien que no conoce a mis hijos o mi familia, saco mi teléfono, les muestro fotos, les digo “esta es mi familia”, y ellos entienden a qué me refiero. No están pensando “¿cómo que tu familia vive dentro de un teléfono?”. No, nunca hay ese malentendido porque esa es la manera en que usamos el lenguaje. Algo que tiene otra realidad detrás es representativo de otra realidad, y creo que así es como Jesús usa el lenguaje aquí. Y lo pueden ver porque vean lo que dice el versículo 25, cuando usa el mismo lenguaje ahora con la copa: «Esta copa es el nuevo pacto».
Entonces, el pan es al cuerpo de Jesús lo que la copa es al pacto, pero otra vez, la copa no se convierte en el pacto, se transforma físicamente dentro al pacto, al nuevo pacto. Entendemos que el pacto es la realidad que hay detrás de la copa y que el vino representa su sangre. Entonces, de la misma manera en que se usa el lenguaje para describir la copa, en fin, esas son algunas de las razones por las que creo que tanto la transubstanciación como la consubstanciación no son posturas con un buen fundamento bíblico.
Entonces, vamos a estar abordando con más calma esto. Nada más quería explicarlo brevemente para que tengan alguna idea de cómo contestamos a los argumentos. Les digo otra vez, los argumentos vienen de Juan 6, tanto para la transubstanciación como la consubstanciación, entonces explicarles un poquito de cómo vemos esos pasajes y cómo contestarías a la manera en que ellos lo interpretan.
La otra cosa que quiero que noten también en el texto es, y esto venía desde el capítulo 10, Pablo ya había venido hablando de la Santa Cena. Recuerdan, versículo 16 del capítulo 10, ya había hablado de la copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo? Versículo 17, «puesto que el pan es uno, nosotros que somos muchos, somos un cuerpo, porque todos participamos de aquel mismo pan. Consideren al pueblo de Israel, los que comen los sacrificios, ¿no participan del altar?» Y luego, en el versículo 21, «ustedes no pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios, no pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios».
Entonces, quiero que noten, es súper interesante, lo estaba analizando anoche y viendo a lo largo de todos estos versículos, es casi como que Pablo usa un título diferente para este evento de la Cena del Señor. O sea, uno es la bendición o la comunión de bendición en el versículo 16, en el en el versículo 21 del capítulo 10 dice “la mesa del Señor”, luego en el capítulo 11, versículo 20, habla de “la Cena del Señor”, luego en el versículo 24 dice “después de dar gracias lo partió”.
Entonces, “después de dar gracias”, esto es interesante, no lo ven ahí, pero este término de dar gracias es otra manera de expresar la Cena del Señor, un evento de acción de gracias, basado en ese versículo. Y de ahí viene la palabra “eucaristía”. Han escuchado esa palabra, “eucaristía”, sí. Ese es un término que se usa para hablar de la Santa Cena, que simplemente significa acción de gracias. “Dio gracias, lo partió”. El partimiento del pan, eso es otra manera en que nos referimos a la Santa Cena. Entonces, pueden ver, hay como todos estos nombres que Pablo está usando para describir la Santa Cena y creo que es intencional, que tenga tantas maneras de ver este evento, porque cada nombre que se le está dando, cada manera de describir el evento de la Santa Cena, creo que nos dice algo diferente acerca de lo que realmente es.
Entonces, creo que con todos estos nombres y sería bueno que pudiéramos pensar en los diferentes nombres y usar los diferentes nombres porque cada uno comunica verdades diferentes. Jamás he escuchado a alguien, y yo creo que nunca lo he hecho tampoco, decir “ah, vamos a celebrar la eucaristía”, pero estamos hablando de un evento de acción de gracias. Podríamos usar ese nombre.
Entonces, eso es lo que históricamente conocemos como la Santa Cena, son las diferentes posturas sobre la naturaleza de la Santa Cena, son diferentes nombres que se le han dado a la Santa Cena, de maneras diferentes de describir este evento.
Ahora sí, vamos a ver la naturaleza misma de la Santa Cena. Entonces, ¿qué estamos haciendo? ¿De dónde viene esta institución? En el versículo 23, estos tres puntos que vienen, solo vamos a ver uno hoy y los otros dos los vamos a ver el próximo domingo. Entonces, vamos a ver hoy “para proclamar el evangelio”. La Santa Cena es, ¿por qué celebramos la Santa Cena? Es la pregunta. ¿Por qué lo hacemos? Número uno, para proclamar el evangelio.
Y eso lo pueden ver en el versículo 26, donde dice «porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga». Entonces, de ahí sacamos que aquí está lo que estamos haciendo, de aquí partimos, estamos proclamando el evangelio.
Entonces, estos tres puntos que vienen, que es para proclamar el evangelio, les anticipo de una vez lo que viene, es para ser santificados y para vivir en santificación y para vivir en unidad. Esos son los dos puntos que vamos a ver el próximo domingo, pero para proclamar el evangelio, estamos hablando de cómo la Santa Cena tiene la intención de hacernos mirar hacia atrás y mirar hacia delante en cuanto a nuestra fe. Tiene ambos propósitos.
Voy a mostrarles eso, para proclamar el evangelio. Cuando veamos para ser santificados y para vivir en unidad, vamos a ver cómo la Santa Cena tiene el propósito de hacernos mirar hacia dentro y también mirar hacia afuera. Y esos son los cuatro ángulos que tiene.
Proclamamos el evangelio a través de un evento que es acción de gracias, que es lo que ya mencioné. Cuando Jesús estaba con sus discípulos, dio gracias, y claro, ¿por qué estaba dando gracias? Nosotros damos gracias cuando vamos a comer, ¿no? Normalmente tenemos esta asociación de “ah, sí, vamos a comer, vamos a orar antes”, y ¿por qué le damos gracias a Dios? Pues porque tenemos hambre y ahí tenemos comida. Pero hay otra razón diferente por la que Jesús estaba dando gracias. No era tanto decir “ay, tenemos hambre, gracias, Señor, porque nos proveíste alimentos hoy”, no, no era esa la oración específica de Jesús.
¿A qué se estaba refiriendo Jesús? Vayan conmigo a Éxodo capítulo 4. Quiero que vean conmigo algo muy, muy interesante. Perdón, Éxodo 6. Éxodo 6, vean el versículo 6 y 7. Y esto se los digo porque en la tradición judía está el evento de la Pascua, y la Pascua es este evento que celebra la manera en que Dios redimió a su pueblo para sacarlo de la esclavitud en Egipto, ¿y cómo lo hizo? Lo hizo a través de diez plagas, y la décima plaga tenía que ver con la muerte de un cordero, la sangre de un cordero siendo derramada y puesta esa sangre sobre el dintel de la puerta de cada casa para que cuando pasara el ángel de Jehová esa noche, pasara por encima de esa casa y no moriría el primogénito.
Entonces, ahora ese evento es significativo para Israel hasta el día de hoy. Si ustedes conocen judíos que sean aunque sea un poco ortodoxos, van a celebrar la Pascua, y la Pascua, y yo sé que nos metimos en problemas con nuestras fotos de nuestra celebración de nuestra Pascua judía porque me vieron con mi ropa de judío así, y dijeron “ay, se hicieron judaizantes y están tratando de hacer que todos hagan judíos”, y realmente lo único que estábamos tratando de hacer cuando hicimos, lo hemos hecho como dos o tres veces, pero estas celebraciones de Pascuas judías, creo que son útiles porque entonces ustedes pueden ver qué es lo que de hecho estaban haciendo cuando Jesús se reunió con sus discípulos en el aposento alto.
Esa es la celebración que estaban haciendo, la celebración de la Pascua, conmemorando la salida de Israel de Egipto. Y hasta el día de hoy, los judíos siguen celebrando la Pascua. Y aquí en Éxodo 6, versículo 6 y 7, son la base para, lo que son llamadas las cuatro copas. Si recuerdan, entonces, eh, si no, busquen las fotos y van a encontrarlas, están las cuatro copas, no nada más una. Dice el versículo 6, «Yo soy el Señor y los sacaré de debajo de las cargas de los egipcios, los libraré de su esclavitud y los redimiré con brazo extendido y con grandes juicios». Versículo 7, «Los tomaré a ustedes por pueblo mío y yo seré su Dios; sabrán que yo soy el Señor su Dios que los sacó de debajo de las cargas de los egipcios».
Ahora, los judíos toman cuatro frases para darle significado a cada copa. La primera copa es la copa de santificación, tomada con la frase “los sacaré”, o sea, “los sacaré”, santificación es la primera copa. La segunda copa es la de las plagas, que es “los libraré”, la frase “los libraré” es la copa de las plagas. Y la tercera copa es la copa de redención, cuando dice “los redimiré”. Y la cuarta copa es la de alabanza o adoración o aceptación que dice “los tomaré”, la frase “los tomaré”. Entonces, esos son las cuatro copas tomadas de estos dos versículos que es lo que hasta el día de hoy celebran los judíos.
Si ustedes fueran a alguna Pascua judía, encontrarían esas cuatro copas. Muy interesantemente, muchas de las tradiciones que tienen los judíos hasta el día de hoy tienen su origen, también en las prácticas de los primeros judíos cristianos del primer siglo, súper interesante, porque estos matzos, ¿y ustedes ven los matzos que son los que tenemos nosotros en la Santa Cena? Son los mismos matzos que usan los judíos, de hecho, los compramos en Interlomas porque ahí hay cosas para judíos.
Y una de las dinámicas que existe dentro de la celebración hoy en día de los judíos es que tienen en una servilleta tres matzos, y ustedes pueden observar que esos matzos están perforados. El matzo de en medio, el matzo de medio, es el que sacan para romperlo, y lo que hacen es esconderlo. Lo rompen, lo esconden, y entonces los niños que encuentren donde lo escondieron les dan un premio. Y tienen como esta frasecita, “el que encuentre el matzo escondido recibirá el premio”. Pero eso viene de la primera iglesia, porque, ¿saben cuál es ese segundo matzo de los tres que es el que es quebrantado? Es el hijo, y el esconderlo representa su sepultura, y el encontrarlo representa su resurrección. Hasta el día de hoy, los judíos lo celebran de esa manera sin darse cuenta que lo que están celebrando, de hecho, es la muerte y la resurrección de Jesús.
Bueno, ¿qué significan estas cuatro copas? Santificación, plagas, redención y aceptación, adoración. ¿Cuál de las tres copas creen que es la copa que Jesús dijo “esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”? ¿Cuál de las cuatro? La tercera, sería la tercera copa, específicamente de la cual Jesús dijo “esta es la copa que representa lo que va a suceder ahora en mi sacrificio”. Porque esa es la copa de redención, “los redimiré con brazo extendido”, es lo que está a punto de suceder cuando Jesús va a ser entregado.
Claro, la otra cosa que tenemos que entender si vamos a entender de lo que está hablando Pablo aquí. Entonces, es ¿qué quería decir Jesús cuando dijo «esta copa es el nuevo pacto?» ¿A qué se refiere el nuevo pacto? Bueno, podemos regresar a Éxodo 24, versículo 8. Ahí van a encontrar palabras muy, muy parecidas. Dice, «entonces Moisés tomó la sangre y la roció sobre el pueblo y dijo “Esta es la sangre del pacto que el Señor ha hecho con ustedes según todas estas palabras”».
Moisés está ratificando que Dios había hecho un pacto con ellos y que ese pacto se sellaba con sangre. Pero todavía no entienden, todavía hay limitación en cómo se ve en la mente de ellos el plan de Dios. Y más adelante en Jeremías 31, versículo 31, dice «vienen días, declara el Señor, en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos, declara el Señor. Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, declara el Señor. Pondré mi ley dentro de ellos y sobre sus corazones la escribiré. Entonces yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. No tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, declara el Señor, pues perdonaré su maldad y no recordaré más su pecado».
Ese es el nuevo pacto. ¿Se dan cuenta de qué es lo que estaba diciendo Jesús, que simbolizaba esa copa de redención? Estaba diciendo «No estoy aquí nada más para que cumplan reglas, para que hagan externamente cosas que podría darles, como hice con Israel, y ahí están los Diez Mandamientos. Cúmplanlos»
¿Saben qué va a pasar? Se van a frustrar, porque no van a poder. Nadie puede cumplir con los Diez Mandamientos. Nadie puede cumplir con una ley externa, porque nuestro corazón tiene la tendencia a rebelarse contra Dios. Nuestro corazón tiene la tendencia a anhelar las cosas que Dios odia. Esa es nuestra tendencia natural. Queremos ser independientes de Dios, queremos tomar nuestras propias decisiones, queremos ser nuestros propios dioses, por lo tanto, queremos hacer lo que se nos dé la regalada gana.
Y bueno, hay algunos de nosotros que, a lo mejor, nuestro más profundo anhelo es cómo nos percibe la gente y, entonces, no obedecemos las reglas por amor a Dios, obedecemos las reglas porque queremos impresionar a la gente. Y entonces decimos “Sí, dame reglas, dame reglas. Yo quiero, yo puedo”. Y entonces buscamos cómo usar nuestras propias fuerzas para demostrar qué tan valiosos somos realmente. Nosotros queremos impresionar a todos. O hay otros que simplemente, cuando llegan estas reglas, chocan con ellos de una manera que solamente provoca dentro de ellos rebeldía. “Yo no quiero obedecer”.
Pero se dan cuenta que los dos son el mismo problema. El mismo problema, no estamos obedeciendo la ley de Dios por amor a Dios, no estamos obedeciendo la ley de Dios por un cambio interno. Y eso es lo que es el nuevo pacto. El nuevo pacto es una transformación interna, una transformación del corazón. Aquí está descrito en Jeremías 31, también lo pueden buscar en Ezequiel 33 si quieren, es otra manera de escribirlo, donde dice «les quitaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne» ¿para qué? «Para que amen mi ley, para que amen andar en mis caminos, para que eso sea lo que quieran hacer».
Entonces, una transformación desde adentro hacia afuera. Hoy en la mañana estamos cantando acerca de eso, “desde mi interior hacia afuera”, es la verdadera vida cristiana. No desde afuera hacia dentro. La mayoría de religiones, esta es la diferencia entre el cristianismo y las demás religiones.
Las religiones, o la religiosidad que existe en nuestro mundo, es una manera de tratar de efectuar cambios en nosotros desde afuera. “Aquí está, haz esto, no hagas esto”. Eso es, y ustedes saben que eso es lo que correctamente lo que la mayoría cree que es la religión. “Ahí en la iglesia donde te prohíben, donde no puedes y donde tienes que”, no es así como lo percibe la gente. Sí, claro, porque así es la religiosidad de nuestro mundo. Pero la Biblia está hablando de un concepto completamente diferente que tiene que ver con no, no, no es algo que está pasando externamente, es algo que está pasando internamente. Tu corazón está cambiando, ves las cosas de una manera nueva, empiezas a amar cosas que no amabas antes, empiezas a entender tu vida y el propósito de tu existencia de una manera completamente diferente y ahora ya no vas a estar haciendo cosas nada más porque me dicen que tengo que hacerlas, es porque tengo una relación con Dios y esa relación con Dios está transformando mi mente.
Como dice Romanos 12, somos transformados renovando nuestra mente para que podamos ser sacrificio vivo, aceptable a Dios, que es nuestra adoración, nuestro culto racional. Esta es la realidad de la vida cristiana. Y eso es lo que vino a hacer posible el sacrificio de Jesús. Por eso es su obra en la cruz la base y el fundamento de nuestra fe y la base y el fundamento de nuestra transformación. No, nada que yo puedo hacer, es todo lo que él hizo por mí, porque yo no puedo cambiar mi corazón, solo él puede cambiar mi corazón. Yo no puedo agradar a Dios, pero él se puede agradar a Dios. Así que si yo tengo lo que él tiene y lo que él me da, entonces ahora sí tengo esperanza. Pero si yo estoy puesto en una posición donde depende de mí y se trata de mí y de que yo le eche ganas y que yo cumpla y que yo no falle, entonces es casi indudable y casi inevitable que voy a terminar decepcionado.
En las reuniones de miembros les preguntamos “¿Qué es el evangelio?”. Ahí está, esa sería una manera de explicar qué es el evangelio, la manera en la cual nosotros hemos fallado y quebrantado la ley de Dios y somos incapaces de cumplir con el requisito de su ley y, por lo tanto, hemos sido separados de nuestra en nuestra relación con Dios, en nuestra comunión con Dios. Pero vemos el sacrificio de Cristo y vemos su obra como el tesoro más grande de nuestras vidas y como la esperanza más grande de nuestra existencia, a través de la cual hemos encontrado gozo y satisfacción que ninguna otra cosa en este mundo puede darnos, porque hemos experimentado el perdón de pecados y la justificación que es en Cristo Jesús, la imputación de Su justicia, Su justicia es mía, mi culpabilidad cae sobre de Él, Su justicia cae sobre de mí. Ahora yo puedo vivir para Él y puedo saber que Dios me acepta, y puedo saber que Dios me ha perdonado, y puedo saber que si yo muero hoy, Dios dirá «bienvenido, entra en mi presencia».
Eso es el evangelio. Es lo que queremos que cada uno de los miembros de esta iglesia pueda expresar en sus propias palabras, pero es la convicción de nuestros corazones, y espero que esto les ayude a entender por qué es tan importante la Cena del Señor para nosotros. Porque la Cena del Señor proclama eso, proclama la muerte del Señor Jesús, muerte viendo hacia atrás. No, esa es la idea de pensar en su muerte, es ver hacia atrás, es la gracia en el pasado.
Levítico 17:11, Levítico 17:11 dice que en la sangre está la vida, y en Hebreos 9 leemos que sin el derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Entonces entendemos la importancia de muerte, el rol que juega muerte dentro de nuestra celebración. Ver hacia atrás, hay tristeza en pensar en la muerte de Jesús. Sí, en un sentido, es un evento trágico, es un evento triste, pero en otro sentido, es un evento lleno de gozo y de esperanza. Y por eso también vemos hacia delante, por eso dice “hasta que él venga”. ¿Qué implica cuando dice “hasta que él venga”? Que no está muerto, que resucitó, y que ascendió a la presencia del Padre, y que prometió regresar nuevamente.
Así que cuando proclamamos el evangelio a través de la Santa Cena, no nada más estamos proclamando la gracia en el pasado, sino también estamos declarando y proclamando la gracia que habrá en el futuro. Dios nos ha dado gracia en el pasado, Dios nos dará gracia también en el futuro, y para siempre. Entonces, esto es lo que significa proclamar el evangelio.
Ahora pueden ver por qué dividí este mensaje en dos partes, porque todavía falta mucho que decir acerca del texto y ya se nos acabó el tiempo. Entonces, el próximo domingo vamos a continuar con esto. Solo quiero decir algo brevemente antes de continuar. Este es el siguiente punto que es para vivir en santidad.
Cuando surge el tema de los niños en la Santa Cena, esa es la razón por la que hemos establecido como iglesia que aquellos que han sido bautizados pueden participar de la Santa Cena. Esa es la otra ordenanza que Dios ha dado, es el bautismo. Entonces están esos dos, pero el bautismo viene primero porque bíblicamente vemos ese orden en la Biblia: crees y eres bautizado. Ese es el primer paso que proclama el evangelio, pero el bautismo solo se da una vez, y después la Santa Cena es la práctica continua de proclamar el evangelio. Entonces, el bautismo proclama el evangelio, la Santa Cena proclama el evangelio, son solo dos sacramentos. La Iglesia Católica tiene siete, pero nosotros creemos que solo hay dos que básicamente son estos dos que están instituidos para proclamar estas verdades. Jesús mismo las instituyó, Jesús mismo las ordenó, y proclaman estas verdades acerca de nuestra fe.
Entonces, si un niño entiende el evangelio, y creo que vamos a hablar un poquito más acerca de eso cuando hablemos de santidad, para vivir en santidad, ¿cuáles son algunas manifestaciones de una vida transformada que está viviendo el evangelio? ¿A qué edad se puede dar eso, y en base a eso, decimos a qué edad se pueden bautizar, y en base a qué edad se pueden bautizar, es en base a qué edad pueden participar de la Santa Cena?
En gran parte, con la responsabilidad de los padres como las principales personas que conocen a sus hijos, para ver que ellos están pudiendo tener ese discernimiento. Y creo que lo que vamos a ver el próximo domingo va a ayudar a pensar más sobre esto. Yo espero que mientras juntos este tiempo de meditar en qué es la Santa Cena y por qué celebramos la Santa Cena también nos ponga un recordatorio de cómo tendríamos que estarnos preparando para venir.
Y el próximo domingo vamos a participar nuevamente de la Santa Cena juntos y después vamos a seguir meditando sobre todas las implicaciones y todas las cosas que Dios quiere hacer en nosotros cuando nos reunimos a celebrarlo. Hay mucho más que está en este pasaje que vamos a estar viendo.